El Libro de Mormón: el Musical
Desde que el musical ‹El Libro de Mormón› conquistó al Broadway, yo he solido pensar que ‹cualiera prensa, es buena prensa›. Yo creo que habrá un resquicio de esperanza en esto, y que tendrá el efecto positivo de aumentar el interés que la gente tiene en la Iglesia, y de abrir un dialogo con el fin de mayor entendimiento.
Pero eso no significa que estoy ecstático sobre el hecho que el musical existe. Desde la primera vez que escuché de ello, o vi una propaganda por ello, me encogió a ver lo que considero sagrado, sacado como tema de ridículo. Muchos, aun dentro de la Iglesia, lo han caracterizado a esta parodia como ‹inocuo› (y lo podría ser), pero aún me hace incómodo.
No se siente bien a tener las cosas que estimo como lo más sagrado, burlado en el escenario público, y luego estar dicho que debo reir junto con los demás. Y también duele ver amigos míos, no de mi fe, echar elogios sobre algo que parece tener como su mensaje central: «¿no son esta gente tontos?» Y más, yo creo que también me incomoda el musical por su naturaleza vulgar—que necesariamente significa que no fue su intención reir junto con mi gente—así como los estereotipos lastimosos que perpetúa.
Igual, Cristianos SUD, tal como yo, enfrentamos un dilema cuando confrontados con este estilo de burla. Un dilema que yo creo que Michael Otterson (el director de asuntos públicos por la Iglesia) captó mientras escribía en el Washington Post:
«Lidiando con parodia y sátira es siempre algo complicado para las iglesias hacer. Podemos fácilmente parecer de piel delgada o defensivos, y a veces las iglesias sí lo son. Algunos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días quienes han visto este musical y han escrito sobre el asunto parecen haberses hecho todo lo posible por mostrar que lo pueden augantar. Eso es su elección.»
Y sí, es verdad, lo podemos aguantar. La vida continunará, y recibiendo ridículo no es algo necesariamente nuevo para nosotros. Pero me gustaría expresar porqué no se nos debería exigir eso. Y para ilustrar esto, acudiré a dos no-CSUD quienes han hablado encontra de esta obra: John Mark Reynolds, y un hombre judío llamado Levi, de Nueva York.
Primero: John Mark Reynolds, un profesor de Filosofía, escribió un reproche fuerte de la obra y su premisa, en lo cual él expresó su asco:
«Podremos reir, mas nuestros nietos estremicrán tal como gente decente hace cuando vean los ‹listos› del último siglo cuyo baile favorito era ‹Saltar Jim Crow›.
Los partes del Libro de Mormón que he visto son tan innovadoras como una reposición de Newsies y tan chistosos como los chistes crueles e insípidos contados por una colega borracha en una fiesta navideña. La diferencia es que la colega quizás se desembriagará al día siguiente, pero la burla imbécil que nos dio South Park continunará.
No soy ningún Mormón, pero he precensiado intolerancia e ignorica dirigida en contra de este pueblo americano. La Iglesia SUD se encuentra en la posición difícil de ver sus creencias más sagradas burladas en una nación que asesinó su profeta en un linchamiento vergonzosa. Broadway ha dado auyda y comodiad al populacho de gente ignorante que no conoce más del Mormonismo moderno fuera de sus prejuicios.
No es de extrañar que políticos mormones tales como Jon Huntsman, agachan y esquivan cuan reciban preguntas puestos por intolerantes si es que son parte de la Iglesia SUD. Pocos de nosotros tenemos el corage de Mitt Romney para parar juntos con nuestro pueblo cuando el precio es tan alto. Por su constancia, Romney fue vinculado a la obra por una tapa parodia de Newsweek que dejó solo su perfil, pero un perfil en corage religioso. El teatro tiene un registro feo de alcahuetear a los prejuicios de los que compran boletos. Obras juglares producieron música pegadiza e hicieron que se ríen la gente de Nueva York, mas fueron cosa de vergüenza e incorrectos. El Libro de Mormón es una obra juglar por nuestra edad presente con los Mormones en papel de broma.
Obras feas no en sí producieron al Klan o guardan a algunos Americanos de votar por un negro. El pecado original bastó por eso, pero obra juglares sí dieron al racismo un blanqueo artístico y cómico. Cuando americanos fueron heridos por esterotipos crueles, les dijero no era más que ‹una broma› y fueron pintados como quisquillosos por no reir juntos. Claro que ningún grupo ha sido tratado tan cruelmente como los negros americanos, pero los mormones sí tienen una hitoria de ser persiguidos. Han sido exilados en su propia tierra, pero han devuelto devoción infatigable a nuestra constitución.
Esta obra nueva alcahueteará a nuestros prejuicios y tratará a nuestros vecinos mormones así como nunca quisieramos que nos trataran. Algunos americanos dejarán que confime prejuicio inconciente, mientras mormones cobardes lo aplaudirán con la esperanza de migas de respetabilidad.
Mientras tanto los mormones actuales entre nostros seguirán pagando sus impuestos, haciendo familias fuertes con hijos, y muriendo para protejer los derechos de una casta ‹élite› teatral.»
En The New York Times: respuestas de los lectores contenían un breve comentario por un hombre que se identificó como Levi, de Nueva York, que hace una pregunta puntiaguda:
«¿Porqué está bien burlar de los Mormones y no a los Judíos? Siendo un hombre de la fe judía, tomo ofenso personal de esta obra. Personas señalan a su resultado que te hace sentir bien, pero poca atención se paga a como la obra ahí te lleva: por burlarse de la fe de otro. Ha habido algunas comparaciones a ‹The Producers› y ‹It’s Springtime for Hitler›, por ejemplo. Pero esta comparasión es infundada. ‹The Producers› no hacer burla del judaísmo—hace lo opuesto. No evoca intolerancia vieja (excepto para mostrarlo como ridículo y estúpido). Lo que esta obra muestra como ridículo es la fe mormona y quienes lo practican. Si esta obra estuviera atacando a los judíos o a los musulmanes, habría una escándalo internacional. Personas serían despedidos, habrían demandas legales, boicotes, etcétera. Estaría en todas las noticas (en mala manera). Este estilo de cosa pasa a los de mi fe en países en otras partes del mundo. Pero yo no puedo creer que Nueva York, MI Nueva York, donde nací y fui criado, jamás haría tal cosa. Qué vergüenza, New York Times, lástima de ti Broadway, y lástima de todos nosotros que paramos ociosos y no hacemos nada mientras la de de otro se burla. Judíos culturales y religiosos no tienen porqué apoyar a tal intolerancia.»
Ambos hombre s tienen razón, y les agradezco por hablar en contra de esta obra. Mas por nuestra cuenta, Cristianos SUD, ¿qué hemos de ganar por reaccionar con enojo a ello? ¿Deberíamos salir y hacer protesta? ¿Piquetear a Broadway? Obvio que no. ¿Qué ganaríamos de eso? Seguramente no respetabilidad mayor. La vida sigue para nosotros, y quizás alguna cosa buena puede salir de esta obra. Creo que así será.
Muchos Cristianos SUD han hasta expresando un ánimo por ver la obra, o lo han visto y dicen que es buenaso. De una forma u otra, yo no creo que cualquier Cristiano SUD debería apoyar a esta obra ya que su aparente énfasis en lenguaje grosero y vulgar, y hasta blasfemia abierta, probablemente no son lo que sería clasificado como entretenimiento apropriado por un Cristiano SUD devoto. Pero si es que lo eligen hacer, eso es mi prerrogativa.
En fin, ninguna respuesta a esta obra es tan buena como la respuesta que dio la Iglesia:
«La obra podrá intentar de entretener a las audiencias por una noche, pero El Libro de Mormón como un volumen de escritura cambiará la vida de la gente para siempre por traerles más cerca a Cristo.»